UN CAMPEONATO QUE NO DEBIO REALIZARSE
Sobre el luto a nivel nacional por las 500.000 muertes, hasta ahora, a consecuencia del coronavirus, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) arrancó ayer en Brasil la Copa América 2021, calificado por los mismos legisladores brasileños como el Campeonato de la Muerte, o, la Copa de la Muerte. El titular de la Confederación, Alejandro Domínguez, vuelve a imprimir otra “página oscura” en la historia de la centenaria institución, motivado por desmedidas ambiciones económicas y avasallando todo tipo de medidas en contra.
El fútbol es fiesta, es alegría, es pasión, bullicio, emoción, pero a la vez es nobleza, dignidad, honor, justicia, hidalguía, caballerosidad, etc. Por algo es el deporte más popular del planeta.
Sin embargo, en esta ocasión, el fútbol se viste de soberbia, de arrogancia, vanidad, desprecio, altanería, impertinencia, intolerancia, indolencia y total falta de empatía y sensibilidad al descubrir el telón de un show montado única y exclusivamente para satisfacer el capricho de su máxima autoridad en el continente, Alejandro Guillermo Domínguez Wilson-Smith.
Y es que la Copa América Brasil 2021 es eso y mucho más. Un campeonato que no debió disputarse o en su defecto postergarse, debido a la crisis social, económica y política que viven todos los países de la región, sin excepción, al ser castigados severamente por la pandemia del coronavirus.
Domínguez fue el único que quiso que esta edición de la Copa América se juegue sin importar nada, y al decir nada, estamos hablando de la nada misma. Jamás le importó el índice de contagios, cantidad de muertos, condiciones sanitarias, protocolos, legislaciones, necesidades extremas, convulsiones sociales, jamás le importó nada.
El gobierno de Colombia (que en conjunto con Argentina eran las sedes originales de la Copa América 2020), envuelto en una agitación social con derramamiento de sangre imcluido, le dijo NO a la Conmebol.
El máximo dirigente del balompié Sudamericano ignoró entonces la delicada situación comunitaria del pueblo colombiano y resolvió realizar el evento solo en la Argentina. Pero no contaba con que el virus del COVID-19 le jugaría otra mala pasada con una segunda ola de contagios y elevado nivel de muertos saturando los centros de asistencia y obligando al gobierno argentino a decirle también NO a la Conmebol en una más que sensata posición.
Lejos de algún sentimiento de solidaridad o fraternidad, por la situación reinante, el presidente de la Confederación rápidamente dio vuelta la página y comenzó a buscar otra nación que pueda hacer realidad su deseo.
Y no tardó en encontrar terreno fértil a sus propósitos. El presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, sumamente cuestionado por su gestión con relación al manejo del COVID-19, le dio el guiño necesario para llevar el torneo ecuménico al país con mayor cantidad de muertos (500.000 almas) y con el índice de contagios más alto de la región.
No cabe dudas que Bolsonaro aceptó la propuesta de la Conmebol, sin miramientos, como una forma de recuperar popularidad frente a las manifestaciones cada vez mayores en su contra a raíz de la pésima administración de recursos para hacer frente al letal virus.
El mandatario brasileño transmitió eso mismo a su pueblo, la Copa América se hace en Brasil pese a quien le pese y pase lo que pase.
La noticia no cayó bien ni siquiera en los mismos protagonistas. Hubo manifestaciones aisladas de figuras icónicas del seleccionado de Uruguay como Luis Suarez y Edinson Cavani que señalaban el error de llevar el torneo a tierras brasileñas.
La propia selección anfitriona se pronunció en contra de que se juegue la Copa América en Brasil, obvio, son sus familiares, amigos y conocidos quienes forman parte de las negras estadísticas que arroja la pandemia en tierras brasileñas.
Pero nada de esto importó.
Así como en Paraguay, donde se presentó un recurso de amparo para que no se juegue en Asunción un partido por Copa Libertadores que había sido rechazado en Ecuador, entre el local Independiente del Valle y el brasileño Gremio por positivos de COVID-19 en esta última, en Brasil movimientos políticos y ciudadanos también presentaron ante la justicia recursos de amparo para tratar de impedir la realización del evento en suelo brasileño. Desafortunadamente y a pesar de los sólidos argumentos esgrimidos, en ambos casos la Justicia se vio doblegada por los intereses de la Conmebol.
Además, como cuando uno sabe que hace mal las cosas y necesita de cómplices para cometer sus actos, Domínguez obligó a cada una de las Federaciones a sacar manifiestos de apoyo hacia la realización de la Copa América Brasil 2021.
Un capítulo especial se podría dedicar a la nota de la FIFPro (organización internacional de futbolistas profesionales) advirtiendo a la Conmebol sobre los riesgos de realizar un evento como la Copa América sin el debido tiempo para la organización y más aun teniendo en cuenta la situación sanitaria del país sede. La respuesta de Domínguez, como era de esperarse, nuevamente sacó a relucir la soberbia y arrogancia del dirigente que se limitó en señalar de que estaba todo controlado.
Y así como gobernantes, movimientos políticos, ciudadanos y hasta los mismos actores que son los jugadores, dijeron NO a la Copa América Brasil 2021, también patrocinantes de gran envergadura como la gigante Mastercard y la cervecera Ambev dieron un rotundo NO a la Copa de la Muerte.
Pero lo más insólito es que la Conmebol de Alejandro Domínguez, sin ningún rubor y como ya es su costumbre, vuelve a mentir groseramente para justificar la realización del evento señalando de que “Brasil se encuentra hoy con tasas de contagio por debajo de la medida sudamericana” cuando que los índices reales y oficiales dicen exactamente lo contrario. Recordemos que Brasil acumula alrededor de 17 millones de casos confirmados de coronavirus y cerca de 500.000 fallecidos.
A la sombra de los acontecimientos ya señalados, queda al desnudo la patética realidad de que las motivaciones de Domínguez, de realizar la Copa América, donde sea y como sea, van mucho más allá de las razones meramente deportivas y apuntan directamente a complacer los grupos económicos que están detrás de la televisación que son los que hoy manejan los hilos de la matriz futbolera así como manejan a su presidente.
Es importante saber que en 1918, la pandemia por la llamada gripe española, obligó a la entonces flamante Conmebol a suspender la realización de la Copa América de ese año que debía realizarse justamente en Brasil.
Pero claro, estamos hablando de otros tiempos, cuando el fútbol todavía era dignidad, honor y respeto.